Aunque hoy vamos a hablar de educación financiera para principiantes, queremos que sepas que todas las personas tenemos conocimientos y experiencias previas y más cuando hablamos de dinero. También que las desigualdades territoriales (ciudad–campo), de género y de edad, así como el nivel socioeconómico y educativo de las personas, influyen en su nivel de alfabetización financiera.
Este panorama es uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan las instituciones públicas y privadas.
De acuerdo con la metodología propuesta por la OCDE para medir el Índice de Alfabetización Financiera, México, en su evaluación, obtuvo un total de 12 puntos sobre 21. Es decir, una calificación reprobatoria de 5.7. 😔
El Índice de Alfabetización Financiera se construye con la suma de los puntos obtenidos en tres aspectos que califican distintas competencias en materia de educación financiera:
-Conocimientos: comprensión básica de conceptos financieros.
-Comportamientos: acciones que permiten alcanzar el bienestar financiero.
-Actitudes: declaraciones de actitud hacia el dinero y planificación para el futuro.
Recursos básicos de la educación financiera
Nuestra intención no es que te sientas en la escuela y mucho menos en un espacio pedagógico que Paulo Freire definió como educación bancaria, donde el educador se comporta como un depositante de información, mientras que los estudiantes son los depositarios.
Así que aquí no vas a encontrar una lista de definiciones de conceptos básicos de educación financiera, sino que te daremos algunas herramientas básicas para que mejores la gestión de tu dinero.
Si comenzamos a hacer praxis (teoría-práctica) de todo lo que aprendemos sobre educación financiera, seremos capaces de transformar la relación con nuestro dinero.
- Registra tus gastos: probablemente lleves las cuentas de manera mental, pero casi siempre la memoria es traicionera. Actualmente existen muchas aplicaciones de gastos que te ayudan a gestionar y visualizar mejor tus gastos e ingresos.
- Automatiza o separa tu ahorro sin pretextos: no necesitas grandes sumas de dinero para comenzar a ahorrar, puedes comenzar con una cantidad pequeña (sí, desde un peso). Lo importante es que lo hagas de manera constante hasta que se convierta en un hábito (sí, como lavar tus dientes).
- Mejora tu salud financiera: identifica lo que te provoca estrés financiero y comienza a desarrollar estrategias financieras que te ayuden a disminuirla. La creatividad es una habilidad que te ayudará a encontrar respuestas dónde antes no las veías.
- Conoce tus productos financieros: evalúalos y utilízalos a tu favor. Muchos productos tienen enormes beneficios que casi nunca aprovechamos; las tarjetas de crédito son un ejemplo.
- Distribuye tus gastos: haz tu presupuesto. Las finanzas son personales y cada uno tiene que aprender a distribuir sus gastos de la mejor manera posible; también aprender a disminuirlos si es necesario. Enfócate en lo que realmente es importante para ti y no para los demás.
- Evita compararte financieramente: ten presente que las personas partimos de contextos socioeconómicos distintos, esto influye en cómo percibimos las decisiones que tomamos respecto al dinero.
Estos son solo algunos recursos básicos que te permitirán gestionar tu dinero desde otra perspectiva. Toma lo que consideres que te será útil para mejorar no solo tus conocimientos, sino también tus comportamientos y actitudes respecto al dinero.
La educación financiera es un proceso integral que incluyen muchas disciplinas como lo son la economía, psicología, sociología, antropología entre otras. Así que no, ¡no es una disciplina exacta!
Consejos para una planeación financiera a largo plazo
En un sistema en el que el consumo inmediato es lo más importante, la revancha es prepararse para el futuro: vivir nuestra vejez con tranquilidad. Justo el día en que estoy escribiendo este artículo, leí una nota de Bloomberg línea: El gasto presente deteriora las finanzas de generaciones jóvenes y pone en riesgo su futuro.
Y como Carrie Bradshaw, no pude evitar preguntarme: cuántas veces quise y viví por arriba de mis ingresos, afectando no solo mi economía actual, sino también la futura. Pero para que aquella relación cambiara, solo hizo falta utilizar la calculadora de la Afore para conocer la proyección de mi pensión mensual que iba a recibir al llegar mi retiro. Escenario de una posible realidad de ingresos futuros, pero al fin de cuentas real: tenía y tengo que asumir mi propio destino financiero.
¿Qué fue lo primero que hice? Realicé aportaciones complementarias a mi Afore, y para hacerlo más fácil lo automaticé. En ese momento aún no estaba dispuesta a “perder” más de 300 pesos, pero como no los sentía, decidí duplicar la cantidad a 600 pesos. Pero conforme pasaba el tiempo sabía que esto no era suficiente y hace dos años me acerque con una asesora financiera. Ella me hizo una proyección de un Plan Personal para el Retiro (PPR), la inversión mínima era $1,500. En ese momento no estuve dispuesta a “perder” esa cantidad. Es curioso cómo tomamos decisiones los humanos, ¿cierto? Sin duda, mi caso era un claro ejemplo de aversión a la pérdida.
“La aversión a la pérdida va de la mano del efecto dotación: no deseamos renunciar a nuestras cosas en parte porque las sobrevaloramos y sobrevaloramos nuestras cosas en parte porque no deseamos renunciar a ellas”, escribió Dan Ariely.
A pesar de que Moni, mi asesora financiera, me enseñó una posibilidad mucho mejor a la que se proyectaba en mi calculadora de la Afore, le dije que por el momento no. ¿La razón? Tenía muchos gastos. Tardé un año para decidir contratar una inversión de largo plazo, lo que me ayudó no fue comparar ambos escenarios, sino que decidí contratar mi PPR como regalo de cumpleaños. Este es otro ejemplo de cómo las personas tomamos decisiones financieras, muchas de ellas emocionales, en este caso para bien.
Si llegaste hasta acá es que te gusta el chismecito y porque querías un consejo para una planeación financiera de largo plazo y lo tienes; el PPR es una opción de largo plazo, existen muchos productos para el retiro. También, si el día de hoy no puedes contratar uno, comienza a realizar aportaciones complementarias a tu Afore.
Pensar en nuestro futuro es un acto de amor y compasión para vivir nuestra vejez sin que el dinero sea una preocupación más en esa etapa de nuestra vida.
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